lunes, 18 de mayo de 2009

¡Gulp! Abandonada

Subo al autobús me ubico en los primero asientos donde me gusta viajar, y al voltear me doy cuenta que mi acompañante es un chico agradable, simpático y hasta guapo .¡Uy Qué suerte viajar junto a este churro!
Como tengo muchos pendientes que revisar aprovecho el trayecto para leer la inmensidad de correos que recibo a diario, hago el respectivo ritual de sacar la lap, acomodar la mochila, encender la máquina, conectar el internet, bla, bla, bla.. Ya entrada y muy concentrada en los diversos asuntos a atender, mi guapo compañero de viaje, con una sonrisa encantadora me dice: “Para que estés más cómoda, te dejo solita”… ¡Quéeeee quien le digo a este man que quería estar cómoda y sobretodo solita!!! Se levanto y se fue, y no sólo se quedo vacío el asiento sino yo también me quede con una sensación de vacío.
Así nos llega el abandono de sorpresa, cuando andamos tan apuradas atendiendo asuntos y la cabeza anda en un lugar y el corazón en otro, ¿será que por eso nos duele tanto?, y si le agregamos los apegos, los afectos, el amor, la dependencia, nuestra historia personal, el abandono se convierte en un monstruo que nos aplasta.
Y como el abandono es un ingrediente ácido y agrio de la vida, que nos acompañara en nuestro caminar, el cual no podremos evitarlo, habremos de combinarlos con otros ingredientes para sacar provecho y aprendizaje de cada abandono. Tal vez así nos duela menos y digamos adiós con un profundo agradecimiento, deseos de suerte y un hasta pronto.