jueves, 18 de junio de 2009

Las Princesas de los cuentos




En una animada y cálida reunión de amigos, entre vino y pizza discutíamos sobre la influencia que hoy en día tienen las “princesas” de los cuentos en las niñas, si son realmente un juego o una manera en que se va concibiendo la realidad desde una edad pequeña. Han pasado ya varios días de esa reunión y yo seguía pensando en el asunto, y no por las pequeñas que se ven tan lindas con los trajes de fantasías, sus coronas brillantes (unas hasta con sus lucecitas) sobre sus cabecitas, que tal los pequeños zapatos de plástico simulando son de cristal, toda una fantasía. Y claro que las pequeñitas se sienten tan lindas, tan princesas.
¿Y no será, que nos hemos quedado con algo o mucho de princesas? Las princesas están esperando que su “príncipe azul” las rescate con quien serán eternamente felices. Las princesas siempre tienen una “hada” que les ayudará a resolver las dificultades y les otorgara valentía para que dizque las aliviane a enfrentar el sufrimiento que hay que pagar para ser feliz, finalmente en todo cuento siempre hay una madrastra o bruja que vencer.
Los vestidos de las princesas son tan vaporosos y que tal sus zapatillas que no les permiten avanzar pues se dañan y lo más importante, para que van querer avanzar si el príncipe las cargará. Las princesas siempre tienen alguien que las ayude o piense por ellas, así como las tazas o los platos a la Bella o los ratones a Cenicienta, los enanos a Blanca Nieves, pues la princesas están tan pendientes de la llegada de sus príncipes que no pueden ni pensar y si lo hacen es para revisar los nombres que le pondrán a sus hijos.
¿Qué pasaría, si? Las princesas o sea nosotras, nos quitáramos esos vestidos, las zapatillas delicadas y aprendiéramos avanzar sin tantos falsos adornos y sin miedo. Que la “Hada” saliera de nuestro interior para que nosotras mismas resolvamos nuestras complejidades y darnos valentía en los momentos difíciles, que esa “hada” interna nos abrazará cada vez que lo necesitemos. Que en vez de recurrir a las tazas, platos, ratones o enanos que nos ayuden, hiciéramos uso de nuestras habilidades y talentos. Dejemos de pensar y esperar que por ahí hay un “príncipe azul” que nos vendrá a rescatar y nos resolverá la vida, con él cual seremos felices por siempre Y la bruja o madrasta a vencer que somos nosotras mismas que nos hace ser manipuladoras, envidiosas, chismosas, etc., la vayamos venciendo cada día. Aceptemos que la felicidad, nuestra felicidad se va construyendo y es responsabilidad de nosotras, y porque no, conservemos esa parte de Princesas, la que tiene sueños e ilusiones y que lucha para que se realicen. Cuando todo esto pase las “Princesas” nos convertiremos en verdaderas MUJERES.